
Las localizaciones habituales del piercing son: la lengua (habitualmente en la parte central o bien aros en los sectores laterales o zona anterior), labios (área peribucal), mejillas, frenillos linguales y la campanilla o úvula.
Uno de los riesgos del piercing bucal es el propio procedimiento de colocación. Los riesgos son inflamación, dolor, ganglios submentonianos, hemorragias en zonas de alta vascularización como la lengua, alteraciones en el sentido del gusto, infecciones e incluso la lesión de estructuras nerviosas. Un estudio realizado por la Universidad Rey Juan Carlos determina que el 72% de los pacientes que llevan piercing bucal ha sufrido alguna de estas complicaciones.
La cavidad bucal contiene un elevado número de bacterias de por sí, por este motivo, no es infrecuente que se produzcan infecciones por la nueva entrada de bacterias cuando se coloca el piercing.
El procedimiento de colocación del piercing conlleva unos riesgos, sobre todo cuando se coloca en estructuras muy vascularizadas como la lengua, pudiendo producir inflamación severa y dolor, sangrados o hemorragias intensas e incluso afectación de la sensibilidad de la misma por lesión del nervio lingual.
Las lesiones en los dientes vecinos al piercing también es una complicación frecuente. El contacto contínuo del piercing con los dientes produce a medio plazo la destrucción del esmalte e incluso la fractura de fragmentos dentales apareciendo los típicos dientes astillados.
Ese mismo efecto de golpeteo continuo con los dientes puede provocar en los dientes afectados la pérdida ósea que conllevará recesiones de la encía pudiendo provocar movilidad dental e incluso la pérdida del mismo.
En algunos casos puede desencadenar endocarditis bacteriana. Esto ocurre en pacientes con patología cardiaca no diagnosticada. Al pasar los gérmenes al torrente circulatorio pueden derivarse complicaciones como la endocarditis o septicemia.
Otros riesgos añadidos son: alteraciones en la pronunciación, la posibilidad de transmisión de enfermedades como la hepatitis C y B, reacciones alérgicas al metal e incluso deglución o aspiración accidental del piercing.
Si a pesar de todas estas complicaciones sigue decidido a continuar con su piercing recomendamos llevar una serie de medidas preventivas para evitar males mayores: recuerde que el dentista será quien pueda revisarle la herida producida por el piercing bucal, haga revisiones regulares de control de los dientes vecinos con el fin de detectar de forma precoz problemas periodontales. Evita golpear con el piercing lingual los dientes.
Por último, lave a diario su piercing y desinféctelo a diario con antisépticos tipo clorhexidina.
Dra Daniela Carranza
Codirectora de Instituto Profesor Sada
www.profesorsada.com
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